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desvalorización total nihilista de la vida, precisamente las contrainstancias, las grandes autoafirmaciones de
la  voluntad de vida , las formas exuberantes de ella. En efecto, interpretó, uno por uno, el arte, el heroís-
mo, el genio, la belleza, el gran sentimiento de simpatía, el conocimiento, la voluntad de verdad y la tra-
gedia como consecuencias de la  negación o la necesidad de negación, de la  voluntad : la más grande
sofisticación sicológica que conoce la historia, abstracción hecha del cristianismo. Bien mirado, con esto
Schopenhauer no es sino el heredero de la interpretación cristiana; sólo que supo aprobar hasta lo que el
cristianismo repudia, los grandes hechos culturales de la humanidad, en un sentido cristiano, esto es,
nihilista (o sea, como caminos de  redención , como formas preliminares de la  redención , como estimu-
lantes del anhelo de  redención ... ).
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Consideraré un caso particular. Habla Schopenhauer de la belleza con un ardor melancólico. ¿Por qué, en
definitiva? Porque la tiene por un puente sobre el cual se va más lejos o se experimenta el anhelo de ir más
allá... Se le aparece como algo que por un momento redime de la  voluntad ; como algo que incita a
redimirse de una vez por todas... La ensalza en particular como lo que redime del  foco de la voluntad , de
la sexualidad; considera que ella implica la negación del instinto sexual... ¡Qué santo más raro! Alguien le
contradice; temo que sea la Naturaleza. ¿Por qué hay belleza en sonido, color, fragancia y movimiento
rítmico en la Naturaleza? ¿Qué es lo que fuerza la manifestación de lo bello? Afortunadamente, le
contradice también un filósofo. Nada menos que el divino Platón (y así le llama el propio Schopenhauer)
sostiene una tesis diferente: que toda la belleza excita el instinto sexual; que en esto reside precisamente su
efecto específico, desde la máxima sensualidad hasta la máxima espiritualidad...
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Platón va más allá. Con un candor muy heleno, incompatible con el  cristiano , afirma que no habría
ninguna filosofía platónica si no hubiese en Atenas tantos jóvenes hermosos; que sólo la vista de estos
jóvenes sume el alma del filósofo en una embriaguez erótica y que no se libra hasta no haber plantado en
tan hermoso suelo la semilla de todas las cosas elevadas. ¡ Otro santo muy raro! Uno se resiste a dar crédito
a sus oídos, aun en el supuesto de que se diera crédito a Platón. Se adivina, en todo caso, que en Atenas se
filosofaba de una manera diferente, sobre todo en ~ublico. Nada hay tan antiheleno como la sutilización
conceptual de un solitario, amor intellectualis dei al modo de Spinoza. La filosofía al modo de Platón
corresponde definirla más bien como rivalidad erótica, como evolución y profundización de la antigua
gimnasia agonal y sus premisas... ¿Qué surgió, por último, de este erotismo filosófico de Platón? Una
nueva modalidad artística del agon heleno, la dialéctica. Para terminar, recordaré, en oposición a
Schopenhauer y en honor de Platón, que también toda la cultura y literatura superiores de la Francia clásica
han nacido en el suelo del interés sexual. Cabe buscar en ellas por doquier la galantería, los sentidos, la ri-
validad sexual, la  mujer ; no se buscará nunca en vano...
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L'art pour l'art. La lucha por el fin en el arte es siempre la lucha contra la tendencia a la moralización en
el arte, contra su subordinación a la moral. L'art pour l'art quiere decir:  ¡que se vaya al diablo la moral!
Mas aun esta hostilidad revela el imperio del prejuicio. Una vez excluido del arte el fin de la moralización y
del perfeccionamiento de los hombres, no por eso el arte carece necesariamente de fin, meta y sentido y es
necesariamente l'art pour l'art-un gusano que se muerde la cola.  ¡Ni fin moral, ni fin alguno!'-, así habla la
pura pasión. El sicólogo, en cambio, pregunta: ¿qué hace todo arte?, ¿no elogia?, ¿no exalta?, ¿no escoge?,
¿no destaca? Con todo esto, robustece o debilita determinadas valoraciones... ¿Se trata tan sólo de una cosa
accidental?, ¿de una casualidad?, ¿de algo en que el instinto del artista no interviene para nada? ¿O bien de
la idea del poder del artista?... El instinto más profundo del artista, ¿tiende al arte?, ¿no tiende al sentido del
arte, a la vida?, ¿a un ideal de vida? Si el arte es la gran incitación a la vida, ¿cómo considerarlo carente de
fin y meta, de acuerdo con l'art pour l'art? Sigue entonces en pie este interrogante: el arte plasma también
muchas cosas feas, duras y problemáticas de la vida. ¿Se aparta de ella? Y, en efecto, ha habido filósofos
que le daban este sentido. Schopenhauer enseñaba como propósito total del arte:  liberarse de la voluntad ,
y ensalzaba  inducir a la resignación como la gran utilidad de la tragedia. Pero esto, según ya lo di a
entender, es óptica de pesimista y  mal de ojo ; hay que apelar a los artistas mismos. ¿Qué comunica el
artista trágico de su intimidad? ¿No exhibe él precisamente el estado exento de miedo ante lo pavoroso y
problemático? En este estado es una aspiración elevada; quien lo conoce le rinde los máximos honores. Lo
comunica, no puede por menos de comunicarlo, siempre que sea un artista, un genio de la comunicación.
La valentía y libertad del sentimiento ante un enemigo poderoso, ante una sublime desventura, ante un
problema que sobrecoge; este estado triunfante es el que elige y exalta el artista trágico. Ante la tragedia, lo
que hay de guerrero en nuestra alma celebra sus saturnales; quien está acostumbrado a sufrir y va en
procura del sufrimiento, el hombre heroico, con la tragedia ensalza su existencia; únicamente a él sirve lo
trágico la bebida de esta dulcísima crueldad.
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Conformarse con los hombres, tener casa abierta con su corazón es liberal, pero nada más que liberal.
Los corazones capaces de la hospitalidad aristocrática se los reconoce por las muchas ventanas cubiertas y
postigos cerrados; tienen desocupadas sus mejores estancias. ¿Por qué? Porque esperan a huéspedes con los
que uno no  se conforma ...
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Ya no nos apreciamos lo suficiente si nos comunicamos. Nuestras experiencias propiamente dichas no
son en modo alguno locuaces. Ni siquiera podrían comunicarse, pues les faltan las palabras. Lo que sabe-
mos expresar en palabras, ya lo hemos dejado atrás. En todo hablar hay algo de desprecio. Parece que el
lenguaje está inventado únicamente para lo ordinario, lo medio, lo comunicable. Con el lenguaje se vulga-
riza el que habla. (De una moral para sordomudos y otros filósofos.)
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 ¡Es encantadora esta imagen! ... La historia, insatisfecha, excitada, desolada en el corazón y las en-
trañas, pendiente en todo momento, con una curiosidad dolorosa, del imperativo que desde las profundi-
dades de su organismo susurra  aut liberi aut libri ; la literata, lo suficientemente culta para entender la
voz de la Naturaleza, incluso cuando habla en latín, y, por otra parte, lo suficientemente vanidosa y estú-
pida para decir aun en francés para sus adentros  je me verrai, je me lirai, je m'extasierai et je dirai:
Possible, que j'aie eu tant d'esprit?
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